Cuando decidimos iniciar un nuevo estilo de vida saludable y erradicar y cortar con ciertos malos hábitos alimenticios que tenemos y que nos han llevado hasta un mal estado de salud, es muy normal y natural llegar a sentir cierto rechazo al cambio y un poco de desesperación. Pareciera como si todo el universo estuviera en contra nuestra y que toda la comida que debemos evitar ahora se ve extraordinariamente apetitosa y se nos antoja mucho más.
A este estado de ansiedad y frustración que experimenta nuestro cuerpo y sobre todo nuestra mente, le hemos llamado «negación curativa«.
La negación es inicialmente una reacción normal o mecanismo de defensa del organismo ante una situación de incertidumbre que le provoca una especie de «shock».
En el caso de la alimentación, una persona entra en negación cuando no acepta que lo que está consumiendo le está provocando un daño a sus órganos y está mermando el buen funcionamiento de los sistemas de su cuerpo.
Ya sea a corto, mediano o largo plazo, el cuerpo pasa la factura y como consecuencia de la mala alimentación, pueden presentarse problemas en el organismo en forma de simples malestares hasta enfermedades, que muchas veces pueden avanzar en su desarrollo en forma silenciosa y manifestarse cuando ya no tienen manera de revertirse.
En la negación curativa, la persona es incapaz de comprender la magnitud o severidad de su problema de mal comer o sus efectos en el organismo.
Por tanto, rechaza todo lo que tenga que ver con alimentarse sanamente, rehabilitarse o cambiar el estilo de vida y los hábitos alimenticios que está llevando.
Te voy a mencionar solo algunos de los problemas que vienen por tener malos hábitos alimenticios:
Antes que nada, puede que ahora te alimentes mal y estés y te sientas estupendo, e inclusive todos los análisis de sangre te salgan fantásticos, pero te aseguro que en algún momento, esa mala alimentación se va a manifestar por algún lado, así que pon mucha atención…
Si no le das a tu cuerpo alimentos de alto valor nutricional, ricos en micronutrientes, antioxidantes y fitoquímicos, tendrás altibajos en tu glucemia, tu metabolismo no rendirá como debe, tendrás los sentidos limitados y te sentirás cansado, con ganas de dormir todo el tiempo.
No comer adecuadamente no solo te restará energía sino que tu rendimiento en el trabajo, los deportes, tus relaciones de amistad y amorosas, será bajo o nulo. Perderás capacidad para concentrarte y memorizar.
Una de las consecuencias más riesgosas de una mala alimentación es el sobrepeso, que si se descuida y se mantiene puede convertirse en obesidad, la cual en sí misma ya es peligrosa pues puede conllevar a enfermedades como hipertensión, diabetes, riesgo cardiovascular, ansiedad, depresión y enfermedad metabólica.
La suma de la falta de vitalidad y el bajo rendimiento puede dar como resultado un estado anímico deplorable que termine en una baja autoestima o peor aún una depresión de la cual sea muy difícil de salir.
Tener malos hábitos alimenticios hace que las células en tu cuerpo envejezcan aceleradamente. Te sentirás como una persona 10 años mayor, más pesada, como si llevaras algo pesado a cuestas, todo el tiempo. Lo más crítico es que el envejecimiento celular no solo se nota externamente (la piel), sino que por dentro nuestros órganos se van deteriorando al igual que sus funciones van en detrimento.